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Actual. Osteol 11 (2), 2015

Cooperación biofísico-bioquímica en el control direccional de la “calidad estructural” ósea (resistencia a la fractura)

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Resumen


Parece natural que el desarrollo de la estructura resistiva de los huesos resulte de simples procesos aditivos/sustractivos de material duro, con balances positivos o negativos dependientes de una adecuada nutrición/insolación, sin necesidad de aludir a mecanismos que orienten esos procesos en el espacio. La misma explicación se aplicó a los efectos de todos los agentes osteoactivos. Esta concepción errónea ha afectado la interpretación, el diagnóstico y el tratamiento de las osteopatías fragilizantes durante más de 4 décadas. Los procesos referidos resultan todos de reacciones bioquímicas (sistémicas, no direccionales), pero también están orientados en el espacio por otros factores, biofísicos (vectoriales, direccionales), que determinan la eficacia mecánica de los huesos, cuya comprensión es fundamental para el clínico. Cuatro factores han contribuido, entre otros, a esta confusión: el sentido común, la sucesión de algunas novedades osteológicas trascendentes, la dificultad para analizar la organización biológica de los esqueletos respetando los “niveles de complejidad estructural” clásicos en Biología, y determinantes de orden económico. Este artículo pretende contribuir a vencer esas dificultades interpretativas, apoyado por algunos avances recientes que evidencian la participación de los osteocitos como elementos “primarios” de la transducción biofísico-bioquímica en el control biomecánico direccional de las propiedades mecánicas óseas.